Se ha dicho de la novela






1. Pilar Muñoz Clares en su blog La pistola de Larra comenta:


Habría sido la última novela de Rubén Castillo si no hubiera publicado pocos días después El globo de Hitler en  Isla del naúfrago, editorial online  -con todo el rigor, aquí la tengo recién recogida de correos-. Hablamos de Las hogueras fosfóricas, su penúltima, editada por Baladí el mes pasado.
La novela está construida sobre el diálogo de dos personas que se encuentran en un chat de sexo. Con el nick de Marge y Tristam, dos indentidades juegan con la propia en metamorfosis según las verdades, mentiras o ambigüedades que se cuentan y según los personajes se acerquen o distancien a lo largo de las doce ocasiones en que hablan. Esta es una de las razones de que la novela se lea de un tirón. Desde el principio se siente que protagonistas o trama pueden volcar hacia cualquier lado. Además, dos voces van marcando a golpes tajantes, casi sonoros, el transcurrir del diálogo: una, distante, como en otras novelas de Rubén Castillo, añade agudas sugerencias sobre la psicología humana;  en cursiva, y a modo de coro,  la otra amplía, corrige, interpreta,  contextualiza, la charla entre ellas, o ellos, según hayan decidido ser en ese momento.  Narrativamente, otros factores interesantes: apuntes y referencias a hitos de la cultura contemporáena y descripción finalmente del fluir de una conciencia mediada por la interfaz de la pantalla y la necesidad comunicativa. Como siempre que se lee  a Rubén Castillo, parece que nada extraordinario sucede. Su prosa transcurre con una inteligente serenidad que, sin embargo, al cerrar el libro estalla sin aviso donde sutilmente el narrador, que parecía tan lejos, había puesto la mirilla. Zas. Entre otros libros, recordar la novela juvenil que publicó en el último otoño, La cueva de las profecías (Edimáter, 2010). Se le puede seguir en los artículos de Librario íntimo, su blog de crítica literaria.



2. Antonio Parra Sanz ha dicho

A la hora de perfilar una novela con una intriga histórica, hay que tener en cuenta algunas normas, la primera de ellas consiste en hallar un enigma como punto de partida, un poderoso imán que se clave como una daga en la curiosidad del lector. Acto seguido, sería conveniente trazar unos personajes con enjundia para lanzarlos a descifrar dicho enigma; en tercer lugar, se requiere una documentación exhaustiva, apasionada incluso, para moverse en el delicado alambre que separa lo histórico de lo ficticio. Y como colofón, sin el que nada de lo anterior serviría en modo alguno, hay que ser buen escritor, casi tanto como buen lector, porque todos estos requisitos deben cumplirse respetando siempre a los posibles lectores.

Rubén Castillo ha ejecutado la fórmula a rajatabla, y el resultado es una novela hipnótica que cuesta muchísimo trabajo cerrar, y cuyo primer capítulo es ya un cepo literario con el que gana al lector para el resto de sus páginas. Y es que esa reunión del estado mayor de Hitler está narrada como si el autor hubiera sido uno más de su círculo, o como si hubiera estado escondido bajo la mesa. Todo para lanzarnos el enigma, el anzuelo de la obra, el último mensaje que el genocida austriaco escondió en el interior de su globo terráqueo.
Encontrar el sentido de dicho mensaje es el objetivo que se marcan los tres protagonistas de la novela, sobre todo dos, porque el millonario Robert Wilkins, un personaje con un atractivo narrativo brutal, se aparta en cuanto ha encomendado su misión a la pareja de investigadores. Ambos incumplen el tópico detectivesco, como debe ser, porque esta novela no es negra, es mucho más, tiene una intriga de muchos quilates, y una potencia cinematográfica digna de considerar.
La catedrática Katherine Gordon y el ex militar Walter Irving serán los encargados de descifrar a qué o a quién hacía referencia el mensaje del dictador. Ambos se respetan, tienen un pasado con sus correspondientes sombras, y emprenden una investigación que no habría sido creíble sin que el autor se documentara a conciencia, pero tampoco si hubiera variado un ápice el tono de sus conversaciones. El conocimiento de los últimos tiempos del nazismo, así como las biografías de sus figuras más destacadas se convierten en sendos valores añadidos de la novela.
Habría que rogarle al lector que, como en las viejas películas de misterio, no desvele a nadie el final de esta historia, tal vez sea uno de los mejores honores que se le puedan hacer a la obra. Los otros, los honores tangibles, se los debemos a Rubén Castillo, por la manera de dosificar la trama, por la perfección de los diálogos, por la elegancia con la que hace que se trate la pareja protagonista, porque parece un lord inglés acicalando la palabra justa. Quien abra esta novela disfrutará de una lectura extraordinaria, y como muestra, vaya también el magnífico booktrailer que ayuda a presentarla.




3. Eva Orúe en Divertinajes



Llaman mi atención sobre un autor, Rubén Castillo; una novela, El globo de Hitlery una editorial,Isla del náufrago. ¿Qué tiene de especial? Que la obra no se venderá en librerías, sino que se manda directamente por correo a los lectores que deseen hacerse con ella, y un booktráilerrealizado por Lomba Producciones, porque esto de dar a conocer una novela es cada día más difícil.
Échenle un ojo, o mejor los dos, y cuiden que el ordenador tiene el sonido bien alto porque,sensurraun aparte,  esto es cine. Almost.



A finales de 2007 se subastó en San Francisco el globo terráqueo que Adolf Hitler utilizaba en su refugio del Berghof (Bavaria). Su dueño, un soldado norteamericano que lo rescató de las ruinas y que acreditó su autenticidad mediante pruebas fotográficas, ignoraba que en su interior, enrollado cuidadosamente, se encontraba el último mensaje escrito por el genocida austríaco. Un millonario estadounidense, tras hacerse con la pieza, extrae del globo el mensaje, lee las enigmáticas palabras escritas por el jerarca nazi durante una reunión celebrada en Berchtesgaden en enero de 1945 y pone en funcionamiento una compleja investigación que destapará un asombroso secreto que sólo conocían los asesores más cercanos al dictador. Y todos (Himmler, Goebbels, Martin Bormann, Goering) eligieron el suicidio para mantener sus labios sellados. Es el momento de conocer el enigma de aquel complot.